¿Por qué te sientes incómodo?
Sentirse incómodo al probar vino en un restaurante de lujo es completamente normal, especialmente si eres nuevo en el mundo del vino. La clave es recordar que se trata de una experiencia para disfrutar y aprender.
Relájate y no tengas miedo de pedir ayuda. Al final del día, el vino está ahí para ser disfrutado, no para causar estrés, tómatelo como algo divertido, porque en el fondo lo es.
Un examen en al que vas con ventaja: el proceso industrial del vino.
Cuando te vas a comprar una lavadora en la tienda, el tío que la vende no se quita la camisa y se pone a lavar, ¿por qué?. Sencillamente, el proceso industrial de producir esa lavadora hace que el número de lavadoras con problemas sea mínimo, casi nulo, no es necesaria probarla.
Con el vino sucede lo mismo, solo que es mucho más divertido tomarte una botella de vino que comprar una lavadora, así que siéntete seguro, gracias a la combinación de control de calidad riguroso, tecnología avanzada, experiencia y prácticas higiénicas, los vinos raramente están “malos” hoy en día. La vinificación es un proceso complejo pero altamente refinado, que asegura que cada botella de vino que abras sea una experiencia placentera.
Si tienes un amigo bodeguero se quejará de los corchos y de que estos estropean el vino, no le hagas mucho caso. Las estadísticas oficiales hablan de un 0,5% y mi experiencia personal diría que es aún más bajo, sobre el 0,2%, así que las cartas están marcadas a tu favor, es casi imposible que le vino que te sirven este malo, pero es bien posible que no te guste, pero eso lo veremos más adelante.
El libro gordo de petete: la carta de vinos
Ya estás sentado tan a gusto y el camero te trae la(s) carta(s) y la carta de vinos y puede ser que sea como la versión extendida de “Guerra y paz”, un ladrillaco que impone. A mí esto me parece un gesto de pedantería, leer una carta así podría llevar su buen rato y coño, ¡no has ido a comer con alguien a un sitio chulo para ponerte a leer un libro!
Aun así, si te toca vivir eso, echa un vistazo superficial para ver los precios que se marcan en la carta y pide ayuda al sumiller o a la persona del restaurante que más al dia esté del mundo del vino.
Si lo que te dan es la versión electrónica mucho mejor, si sabes lo que te gusta, busca lo que hay y elige algunos de esos vinos y llama al sumiller.
El sumiller, tu mejor amigo en este momento
El sumiller es un tipo que siente pasión por el vino y disfruta más que un gorrino en un charco, pudiendo transmitir esa pasión y viendo que otras personas disfrutan como él con el vino. Así que ya lo tienes a tu lado, se sinceró y dile lo que te gusta o lo que no, incluso si no tienes ni idea díselo así, él también pasó por esa etapa y estará encantado de que tengas una buena experiencia, él quiere captar un adepto para su paraíso enológico, no expulsarte de él.
Si tienes algo de idea y has visto varios en la carta que te pueden gustar, pídele consejo sobre cuál elegir.
Ya, pero si le doy vía libre, ¿no me va a vender una botella super cara?
Hay que partir del principio de que casi todo el mundo es honesto y en un restaurante de este tipo sacarte 20€ extra por una botella de vino y que te vayas más cabreado que un mono, no les compensa. Pero hemos hablado de sinceridad, cuéntale tu presupuesto o si te da apuro, utiliza algún eufemismo. Yo por ejemplo suelo decir que estilo de vino me gusta y luego añado algo, así como “a ver que me puedes recomendar sin que tenga que pedir una hipoteca”. El sumiller, que no es tonto, captara inmediatamente tus necesidades.
Me acaba de dar el corcho, ¿qué hago con él?
Resulta que el tío ha abierto la botella, ha olido el corcho y me lo ha dado, ¿qué hago?. Esta práctica cada vez es más infrecuente, aunque si es posible que te lo dejen encima de la mesa…
La misión básica del corcho en una botella de vino es aislar el líquido del exterior, así que si ves que el extremo exterior del corcho está manchado de vino no es buena señal, el corcho no hizo su trabajo. El corcho solo debe tener color de vino en la parte interior y si lo quieres oler como ha hecho él, hazlo, pero yo te aconsejo una vez examinado con la vista dejarlo en la mesa, tú no eres sumillier, ni aspiras a serlo en este ratito.
Si vieras que el corcho tiene color de vino por todas partes, puedes hacer una pregunta de despistadillo curioso del estilo de: ¿es normal que este así de manchado?. Si el corcho está mal, el sumillier lo habrá ya detectado y te habrá propuesto traer otra botella o cambiar de vino. ¿Probabilidad de que suceda que el corcho esté mal?. Vas caminando por el desierto entre dunas, ¿cuál es la probabilidad de que te caiga un satélite artificial encima?. Pues las del corcho en mal estado, similares.
Me ha servido vino en la copa y me enseña la etiqueta de la botella
Lo que no debes hacer es leer la etiqueta, como si se tratara de la última novela de tu autor favorito. El sumillier es un tío preparado y te ha traído el vino que has pedido, recuerda que él sabe mucho más que tú de esto.
Empecemos con la cata, ¡por fin!
Coge la copa, la inclinas hacia delante un poco y observas el color y lo que debes mirar es que no esté turbio, debe estar limpio, brillante, de color uniforme, vamos lo que esperas, que nada te llame poderosamente la atención
Momento de oler, llévate la copa a la nariz y huele. ¿Huele a vino y no tiene matices desagradables como a vinagre, humedad, etc?. ¡Perfecto!. Si quieres rizar el rizo, agita un poco la copa y vuelve a oler y normalmente será lo mismo de antes… hay matices pero, ¡no estás en ese periodo aún!.
¿Y si me huele raro el vino?
Pues lo que hemos dicho antes, el sumiller es tu mejor amigo, díselo. Normalmente, te mirará con sorpresa, lo olerá y te dirá lo que le parece. Si estás en lo cierto, cambiará la botella y si no te explicará de donde vienen esos olores… así que pasemos al punto final y el mejor: probar el vino.
El momento de probar el vino
La cantidad que te habrá servido es muy poca, así que no podrás darte un trago (tampoco es lo que debes hacer) sino un pequeño sorbo. Mantén el vino en la boca dos o tres segundos y lo tragas. Ahora pueden pasar tres cosas:
El vino está estupendo.
Esto es lo que sucede en el 99% de las ocasiones, así que esto que te parecía un auténtico reto, ya lo has superado, disfruta de tu botella y de la compañía de con quien lo compartes.
El vino me sabe “raro”
Reconozco que el raro es un cajón de sastre y puede abarcar muchas cosas. Yo definiría raro, como por ejemplo cuando te ponen una cerveza con poca fuerza, un cubata con una coca cola que lleva tiempo abierta, es decir, quizás no sabes decir que es, pero sabes que algo no está bien… A estas alturas ya deberías saber qué hacer, ¡habla con el sumiller! y que el lo pruebe y te diga.
El vino no me gusta
Este es con diferencia el punto más conflictivo, sin duda has pedido un vino que no te gusta. Yo te recomendaría que lo digas sincera y abiertamente, que no es lo que esperabas. En este caso es posible que el sumillier no haga nada, pero también es probable que te diga algo así como: “no quiero que usted tenga que tomarse una botella que no le gusta”. Normalmente, ellos pueden sacar por copas esa botella.
Si te dice que no puede hacer nada … pues mala suerte.
Consejo final
Entiendo que si estás leyendo esto es porque no eres un gran experto en vino, así que mi consejo es que pidas una botella de vino de las que tienen por copas, eso te da dos ventajas:
– Si no te gusta, normalmente no tendrán problema en que escojas otra botella de vino.
– Si acabas con la botella y no quieres pedir otra, podrás seguir con el mismo si así lo deseas y pedirte una copa.
Es cierto que los vinos por copas suelen ser los más económicos de la carta, pero cuando vas a un restaurante con sumillier, hasta el más barato estará lo suficientemente bueno como para no decepcionar.
¡A disfrutar del momento!
2 Comentarios
Seguramente no sea yo. Nos vemos!
La próxima pueblo yo el vino jajajaja