En algún otro post ya me mostré crítico con estos fenómenos que están tan de moda, que entiendo que entusiasmen a los empresarios pero que como cliente me deja muchas dudas. Si además al hecho de estar de moda se le añade el calificativo de “gastro lo que sea” ya hay derecho de pernada para hacerte sufrir las incomodidades necesarias y pedirte los precios que se consideren oportunos y en mi opinión hay que separar el polvo de la paja, hay lugares “gastro” y lugares vulgares a precios de alta gastronomía.
Durante mi ultima visita a Madrid seguí las recomendaciones de mi colega de afición de Nada en el tintero y decidimos ir a probar el mercado de San Ildefonso en la calle Fuencarral de Madrid. Debo reconocer que la idea es atractiva y ofrece no pocas ventajas debido a su idea de recoger en un pequeño espacio un montón de puestos que ofrecen comidas variadas sin tener la limitación de un único tipo de cocina. Muy atractivo pero los inconvenientes que veo son muchos:
- No hay camareros. No es que me pase nada por llevarme una copa yo mismo pero en un país con seis millones de parados ¿de verdad podemos permitirnos el lujo de reducir esos puestos de trabajo?
- No hay posibilidad de reservar mesa. Tu llegas allí y si tienes sitio bien y si no te largas a otro lugar, lo que hace que sea un lugar que puedes visitar si estas en la zona pero no pensar en ir allí si no esperando lo que te toque esperar.
- La espera no está organizada, la ley de “el más rápido pilla mesa” esta totalmente vigente.
- Por lo anterior una vez que consigues mesa, uno de los del grupo de debe quedar sentado para vigilar y defender el territorio con tanto esfuerzo conquistado.
- La limpieza, la recogida, por llamarlo de forma más propia, es común pero hay una sola chica lo que hace que la pobre no pueda dar mas de si, con la dificultad añadida de moverte entre un sitio bastante abarrotado de gente.
- Las mesas son de madera, algunas más pequeñas para 2-4 personas y otras más grandes para compartir. No tengo mucho problema en compartir casi nada pero ya he tenido experiencias de tener compañeros de mesa que no me han gustado mucho: el colgado del móvil, el fumador que deja estela olfativa 10m a su alrededor y el alérgico al agua de la ducha. Las mesas corridas son geniales para los propietarios pero no para los clientes.
- Los taburetes son igualmente de madera y de diseño totalmente espartano, es decir bastante incómodos.
- Las copas de vino fueron de cristal pero el plato y los cubiertos de lo que comimos: plástico.
- Los vinos muy caros, de todos los blancos que había solo uno 3,5€ por copa, el resto 4€, precio de restaurante caro.
- El ceviche de corvina para uno, bastante bueno, pero la ración que no es especialmente generosa, 12€.
- El precio del ceviche unido a las dos copas de vino anteriores convierte el mini aperitivo en 20€, excesivo a mi entender.
En resumen, no es nada sobre este mercado, es el concepto que alberga y como diría mi abuelo, “ese sitio no es para mí”, ambiente, bonito, variedad, original, pero no es para mi. No significa que no vuelva, pues posiblemente lo haré, pero otras opciones son posibles.
Y tu ¿que ventajas e inconvenientes le ves a locales de este estilo?
Fotos cortesía de Cristina de http://www.dontstopmadrid.com/