En la vida se leen muchos libros, libros que te gustan, libros que no te dicen mucho, libros que no puedes parar de leer, libros que deseas que se acaben, libros te hacen reír o llorar, que manipulan tus sentimientos, que te hacen reflexionar, que te enseñan tus miserias internas e incluso libros que no puedes acabar de leer.
Es la cuarta vez que leo este libro y sigue siendo literatura pura, la belleza de las palabras engarzadas por el hilo de una historia de un mundo imaginario atornillado a la realidad, de un destino desolador, desconocido pero a la vez intuido.
Sigo viendo con los ojos de Aureliano niño el día que su padre lo llevo a descubrir el hielo, la fuerza de Úrsula, el trágico final de los 17 hijos del coronel, las mariposas amarillas de Mauricio o el solemne instante final en que el último de la estirpe está leyendo su propia muerte.
Fantástico, sigue siendo el mejor libro que he leído nunca.
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Fue dispuesto a desahogarse con palabras, a que alguien le zafara de los nudos que le oprimían el pecho, pero solo consiguió soltarse en un llanto fluido y cálido y reparador, en el regazo de Pilar Ternera, su tatarabuela ignorada. Ella lo dejó terminar, rascándole la cabeza con la yema de los dedos, y sin que él le hubiera revelado que estaba llorando de amor, ella reconoció de inmediato el llanto más antiguo de la historia del hombre.
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